La tipografía para libro infantil es mucho más que una decisión estética. Elegir la fuente adecuada puede marcar la diferencia entre un libro accesible, atractivo y fácil de leer… o una experiencia frustrante para los más pequeños. Si estás diseñando o escribiendo un libro dirigido a niños, ya sea de ficción, educativo o interactivo, dedicar tiempo a escoger la tipografía correcta es fundamental para garantizar que el mensaje llegue de forma clara y efectiva.
A continuación te contamos qué tener en cuenta y cómo tomar la mejor decisión.
Entender a quién va dirigido el libro
Lo primero que debes considerar es la franja de edad del lector. No es lo mismo un libro pensado para niños que están aprendiendo a leer, que uno orientado a lectores intermedios o avanzados.
Para prelectores o niños de 3 a 6 años, lo ideal es usar tipografías muy legibles, sin adornos ni trazos confusos. A medida que sube la edad, se puede optar por fuentes algo más complejas, siempre que no dificulten la lectura fluida. El objetivo principal es facilitar el proceso de identificación de letras y palabras, especialmente cuando los lectores están en pleno proceso de aprendizaje.

Tipografías con forma de letra clara y sin distracciones
Las fuentes sin serifas es decir, aquellas sin remates son generalmente preferidas en libros para niños pequeños, porque tienen formas más sencillas y directas. Además, es importante que la tipografía respete las formas caligráficas básicas que se enseñan en las escuelas, especialmente para letras como la “a” o la “g”, que en muchas fuentes impresas difieren del trazo manuscrito que aprenden los niños.
Otro punto esencial es evitar el uso de fuentes decorativas que puedan parecer atractivas visualmente pero dificulten la comprensión. En libros de actividades, cuentos ilustrados o primeras lecturas, cuanto más neutra y limpia sea la fuente, mejor será la experiencia del lector.
Tamaño de letra, interlineado y espacio entre caracteres
No basta con elegir la tipografía correcta: también hay que pensar en cómo se presenta en página. Un error habitual es elegir un tamaño de fuente demasiado pequeño, lo que obliga al niño a forzar la vista. Para primeras lecturas, se recomienda un cuerpo de texto más grande de lo habitual, combinado con un interlineado generoso que permita respirar visualmente entre líneas.
El espaciado entre letras también debe ser suficiente para no generar confusión entre caracteres similares. Este aspecto es especialmente importante en libros pensados para lectores con dislexia u otras dificultades de aprendizaje, donde incluso se puede optar por fuentes diseñadas específicamente para mejorar la legibilidad.
Adaptar la tipografía al estilo del libro
Aunque la funcionalidad es lo primero, la estética también juega un papel relevante. El tipo de historia o contenido puede condicionar la elección. Por ejemplo, en un libro de aventuras dinámico, una fuente ligeramente más juguetona puede ayudar a reforzar el tono. En un cuento clásico o de corte más emotivo, una tipografía más elegante y tradicional puede encajar mejor.
Eso sí, la creatividad debe ir siempre de la mano de la claridad. Las fuentes pueden tener personalidad, pero no deben convertirse en un obstáculo para la lectura.
Considerar el conjunto: texto, ilustración y maquetación
En el diseño de un libro infantil, la tipografía no funciona en solitario. Interactúa con las ilustraciones, el color, el ritmo de página y la maquetación general. Por eso, la coherencia entre todos estos elementos es clave para lograr un resultado armonioso.
Si el libro tiene muchas imágenes, puede ser útil usar una fuente que no compita con ellas visualmente. En libros donde el texto ocupa un lugar central, la fuente debe sostener el protagonismo sin perder legibilidad.
Además, si se combinan varias fuentes por ejemplo, una para el cuerpo del texto y otra para los títulos o diálogos es importante que estén bien contrastadas pero mantengan coherencia entre sí.
Conclusión: una decisión técnica, pedagógica y creativa
Elegir la tipografía para libro infantil adecuada es un ejercicio que requiere combinar sentido práctico, empatía con el lector y buen criterio de diseño. Es una de esas decisiones invisibles que, cuando se toma bien, pasa desapercibida… pero cuando se toma mal, salta a la vista desde la primera página.
Ya sea que trabajes en un libro como autor, ilustrador o editor, asegúrate de dedicar tiempo a esta elección. Un buen diseño tipográfico no solo embellece, sino que también educa, acompaña y transforma la lectura en una experiencia inolvidable.
Errores comunes al elegir tipografía en libros infantiles
Cuando se diseña un libro para niños, es fácil dejarse llevar por lo visual y caer en decisiones poco funcionales. Uno de los errores más habituales es usar tipografías “divertidas” o llamativas que, aunque puedan parecer adecuadas para un público infantil, dificultan la lectura o no respetan las formas tipográficas que los niños están aprendiendo. Otro fallo frecuente es abusar de mayúsculas, lo que interrumpe el ritmo de lectura natural.
También es común que se escoja un tamaño de letra demasiado pequeño, especialmente si se intenta reducir el número de páginas para ahorrar costes. Esto puede hacer que el libro resulte incómodo de leer y poco accesible. Por último, hay que tener cuidado con los contrastes entre texto y fondo: combinaciones de colores mal elegidas o fondos con ilustraciones muy recargadas pueden dificultar la visibilidad del texto.
Evitar estos errores es tan importante como saber qué tipografía elegir. Una buena fuente tipográfica debe apoyar la narrativa, guiar la lectura y respetar el proceso de aprendizaje del lector. Y todo eso empieza desde el diseño.